ENTREVISTA
Q.E.P.D.
La moda ha muerto, apenas la lloran las grandes marcas, demasiado preocupadas por generar estrategias que mantengan a flote sus comercios. Sus víctimas la extrañarán, dicen, aunque seguramente se acostumbren a vivir sin ese eje disciplinador que les dictaba a millones de mujeres y de hombres cómo debían verse y comportarse. Las lágrimas más copiosas son de iconos anticuados como los que habitaban aquella serie alguna vez taquillera: Sex and the city. Quien ha escrito su lápida en forma de libro, La muerte de la moda, Susana Saulquin, no festeja ni se lamenta. Su tarea es avizorar lo que viene, aunque no en términos de temporada.
En la década del ’60, las chicas de la facultad de Sociología estaban de parabienes: mientras se incorporaban en cantidades extraordinarias a la flamante carrera creada por el italiano Gino Germani en 1957, tenían temas a rolete para sus tesis de doctorado: la filosofía del peronismo, los cuadros de derecha en la Revolución Cubana, las tendencias políticas de la clase obrera, la estrategia militar de Mao...
Para la joven Susana Saulquin, la facultad no era su lugar en el mundo sino la usina de un malestar permanente. Malestar que tal vez sirvió de motor para desarrollar una rama de la materia nada explorada y convertirse en referente. Pero para eso tuvieron que pasar muchos años. “En la facultad me discriminaban. Primero porque estaba bien vestida. ‘Vos callate porque estás bien vestida’, pero esa afirmación me hizo entender la importancia de lo que tenés puesto. Para los que me decían esto, ‘estar bien vestida’ significaba no estar de negro como estaban todas, uniformadas por el existencialismo, que había sido dos décadas anteriores”, recuerda.
Saulquin se recibió sin saber bien dónde ubicarse y al tiempo empezó a vender ropa en su casa, con una joven Adriana Costantini desfilando entre las clientas. Cuando la gente se iba, la socióloga volcaba en un cuaderno los comportamientos de las compradoras, sus maneras de inclinarse por una prenda antes que por otra y cómo las damas de boquitas cerradas de San Isidro pichuleaban los precios y las empleadas pagaban hasta el último centavo. Pero esos cuadernos quedaban en un cajón. Muchos cuadernos después, un almuerzo la encontró con la directora de Para Ti. Corría el año ’83 y ella habló de su particular oficio privado, por lo que fue invitada a escribir una nota en la revista “femenina” par excellence. Saulquin propuso “El jogging: la revolución total”. “Cuando tuve que entregar la factura, me preguntaron ‘¿Ud qué hace?’. Yo no lo había pensado pero dije ‘hago análisis sociológico de la moda’. Cuando me subí al auto empecé a llorar y no paré hasta mi casa. Había podido unir mis dos pasiones por primera vez.”
Así empezó un camino que la posicionó como la especialista en una materia con pocos antecedentes en el mundo y la llevó a dirigir la carrera de Diseño de Indumentaria Textil de la UBA, semillero de los grandes talentos que hoy marcan el ritmo de la moda independiente local. Además, hace tendencias macrosociales viajando por el mundo y escribe libros, como el que está presentando ahora.
“Hace 20 años publiqué La historia de la moda. Jamás, ni en mis sueños más osados, pensaba que iba a escribir, dos décadas después, un libro que se llame La muerte de la moda.”
¿Qué quiere decir con ese título?
–Muerte como regeneración, nunca muerte como desaparición. Muerte para pasar a una instancia distinta: la moda se desarticula para articularse de otra manera. Lo que muere es la parte autoritaria de la moda que se rige por tendencias, pautadas por pronosticadores desde los centros que producen significado, como son las ciudades. Muere ese aspecto porque se acaban los autoritarismos en la sociedad. La moda ha sido muy autoritaria, sobre todo a partir de la sociedad industrial, pero intensificada a partir de la cultura de masas, que está entre dos atentados, el de Kennedy en el ’63 y el atentado de las Torres Gemelas. En ese lapso, la cultura de masas explotó y la moda también. Con una sociedad que va camino a la individualidad, lo que muere es ese mandato autoritario del “qué se va a usar” y se reorganiza: a lo mejor puede llamarse moda o no.
Ud. lo llama sistema de indumentaria. ¿Qué implicancias tiene?
–La moda se desarticula para articularse a partir de un sistema de la indumentaria que engloba la moda. El sistema de indumentaria va a incluir el diseño y la moda será un aspecto de ese sistema. El diseño pensado individualmente, el diseño como lo conocemos hoy: independiente o de autor
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