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El hombre con todos sus gestos y actitudes (incluyendo el arte) es constructor o destructor, generador o degenerador del mundo. El hombre cuando actúa, para bien o para mal, actúa en pro o en contra, pero nunca puede hacerlo en forma ajena a aquello de lo que es parte. El hombre tiene conciencia de este mundo en el que vive. Esta conciencia le permite reflexionar, pensar, elaborar la responsabilidad y generar decisiones en base a ello. Estas decisiones construirán o destruirán el mundo. Aunque muchas veces no lo haga pensando en eso.
Cuando frente a una regla me revelo, genero que el poder me persiga, me castigue, me margine. Hay que tener en cuenta que cuando hablamos de transgredir esa regla nos referimos a recreación y no a la destrucción. La trasgresión sólo vale con un proyecto de construcción. Frente a la transgresión los castigos serán grandes, pero siempre habrá alguien que se identifique con lo nuevo, soportando todas las consecuencias. Y cuando ese numero de adeptos sea grande el poder ya no podrá perseguirlos. Entra en el segundo período, tolerando los cambios. El tolerar es aguantar, soportar, pero no querer, reconocer y entender. Hay un paso siguiente en el que la tolerancia ni siquiera es suficiente para neutralizar lo nuevo, y el poder se declara como dueño de ello, este fenómeno se llama metabolización. A partir de aquí, la regla, lo normal, la pauta, la ley va a ser aquello que hasta entonces fue perseguido o tolerado. Lo nuevo se convierte en antiguo, y alguien otra vez va a revelarse frente a ello. Y va a ser perseguido, tolerado y metabolizado.
Está en el orden de lo inconciente. Es el modo en el que aquellas cuestiones que estaban reprimidas salen. La sublimación es la forma más deseable y aceptable de tratar con los impulsos inaceptables. La sublimación ocurre cuando los artistas transforman los deseos primitivos en arte. La creación artística es un modo de sublimación. Digo y expreso a través del símbolo. Digo pero digo vedadamente.
En la obra de arte se articula lo conciente y lo inconciente. Las pulsiones y las decisiones concientes.
El arte siempre es simbología. La esencia del arte es ser símbolo. Dice que el símbolo nos hace soportable la realidad interior, psíquica, pero al mismo tiempo muestra la sublimación (inconsciente), por la cual el creador descarga su angustia. El símbolo es algo profundamente subjetivo. Una obra lleva por lo menos dos lecturas, desde lo consciente, social y sociológico (el compromiso consciente del creador y el mundo) allí entendemos su identificación o rechazo con el mundo. La otra lectura debe partir de nuestro conocimiento sobre los resortes y realidades psíquicas (inconcientes).
El símbolo permite distanciarse de la concreticidad. Al simbolizar se genera un nuevo mundo, se crea algo nuevo.
Para Bergson lo real es el cambio y uno es su propia historia. “Nosotros somos nuestra historia, nuestra experiencia”. Duración significa para él el flujo ininterrumpido del yo profundo y libre. La duración es la expresión de las riquezas de la memoria inagotable. La vida interior de cada uno es una creación incesante. El hombre es una realidad que dura. Es un incesante y perpetuo devenir. La sustancia del hombre es este permanente movimiento, permanente cambio, permanente devenir. La duración conserva el pasado, arrasa a su paso con lo que encuentra y crece indeteniblemente, enriqueciéndose. Nuestra Duración se pone en juego cuando estamos frente a una obra de arte. Todo nuestro pasado, nuestras experiencias, lo que vivimos es lo que nos hace lo que somos hoy.
La teoría de Einfühlung (cuya traducción más o menos posible sería autogoce) también se explica como empatía, simpatía simbólica o autoprotección del yo sobre el fenómeno, el autogoce en cuestión. Es sentirse identificado con la obra (conciente o inconcientemente) y que eso nos produzca goce (ya sea dolor o placer). El artista proyecta al objeto creado su realidad psíquica de una manera simbólica estableciendo una mediación entre lo de adentro y lo de afuera. También surge desde el receptor, cuando alguien se para frente a una obra de arte y se proyecta a si mismo sobre ella. El placer o el dolor encontrado en la obra surge desde la propia realidad psíquica.
El arte es la subjetivización de lo objetivo y a su vez es la objetivación de lo subjetivo. Los artistas miran hacia el mundo objetivo de donde sacan estímulos, temas, formas, realidades exteriores y su encadenamiento, pero este mundo objetivo va ir pasando por su interioridad, por el filtro de su subjetividad. Ese filtro no funciona como censor sino que como fuerza creadora y recreadora (subjetivación de lo objetivo).Lo que genera es otra cosa diferente de la que tomó en un principio. Lo que saca de un mundo objetivo se subjetiviza con su interioridad y es devuelto al mundo modificado. Tambien el artista expresa sus sentimientos, aunque siempre con el filtro de la realidad objetiva, del contexto. (objetivación de lo subjetivo)
El arte es totalidad intensiva frente a la totalidad extensiva de las ciencias (describen extensivamente). El arte opera con suma intensidad. En una obra de arte está el mundo. El mundo interior del artista y el mundo exterior. La obra de arte es la expresión de lo máximo en lo mínimo. Es reducir la inmensidad del mundo a una pieza artística. Es intensivo y no extensivo. Es hablar mucho en poco.
Según Aristóteles en el arte hay que “mentir para decir la verdad”. Lo que hubiera podido suceder (lo posible) y no lo que realmente sucedió es lo que importa en el arte. Si el arte describe la realidad tal cual es, se transforma en naturalismo. El arte debe ofrecer un conocimiento nuevo, una reinterpretación, algo más profundo que sin el arte no podría llegar a ver. Con el arte decimos algo que no está dicho. Pero no lo decimos crudamente. Sino que lo decimos vedadamente.
El arte expresa todo lo que es humano. El arte es generadora de mundo, motor del mundo, del hombre. Lo que no puede ser considerado obra de arte es lo que causa la muerte, lo que genera la muerte, o que participa en su generación. El arte expresa la vida de uno y de su mundo. Si genera la muerte, no es arte. Por el contrario, hablar de la muerte es otra cosa. La obra de arte habla de la muerte, pero no con intención de generar muerte, sino más bien de evitarla, y así generar vida.
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